lunes, 4 de junio de 2018

[LISTLESS] Han Solo: Una Historia no tan mala pero irrelevante de Star Wars



¡OJO, CUIDAO! ALERTA DE DESTRIPES (MAL LLAMADOS SPOILERS)



El otro día ví Vengadores: Infinity War, el otro pelotazo de Disney Todopoderoso, la compañía que se ha fabricado su propia industria del cine. Marvel, ese entramado de películas y series que cimenta el universo cinematográfico más sobredimensionado de la historia. Lejos de agotarse, parece reforzar su existencia con cada capítulo que se entrega de esta telenovela súper-heroica que mueve miles de millones de dólares. Todo ello con distintos directores y (presumiblemente), distintos enfoques. Muchos se preguntan si Disney está fracasando en su intento de convertir a Star Wars en lo mismo; quizás haya que formular una pregunta más correcta; ¿se puede explotar el universo de Star Wars del mismo modo que al universo de Marvel?

Desde mi punto de vista, esta pregunta tiene una clara respuesta. El matiz está en la naturaleza de los orígenes de cada franquicia. La diversidad que ofrece el formato cómic a las historias que en él se cuentan, hace que se alejen de cualquier visión canónica unilateral. Quiero decir, el cómic ha explorado cien Spidermans diferentes, todos con un espíritu en común, pero con cien desarrollos diferentes en los que sus decisiones le dotan de una personalidad con muchos matices distintos. Sus fans los valoran y eligen a su favorito, su historia de Spiderman favorita, otorgándoles una tolerancia muy amplia a verle en un escenario u otro. Pero, ¿qué pasa con Star Wars? Pues que para muchos de sus fans, Han Solo no hay más que uno y que no se lo toquen.

Obviamente, ningún fan de Spiderman entendería o vería con buenos ojos, que el amigo y vecino “hombre-araña” se dedicara de repente a reventar gatitos con su superfuerza arácnida para luego devorarlos crudos. Aunque cosas así de locas pueden haberse experimentado en el cómic con el afán de relanzar a tal o cual personaje, hay ciertas cosas que siempre se acaban rechazando, porque atentan directamente contra la esencia del personaje. En el caso de Star Wars, todo lo preconcebido es cien veces más susceptible de herir sensibilidades, cien veces más intocable y cien veces más mitificado. Si Luke Skywalker guiña un ojo de una determinada manera, habrá un cisma de fanáticos radicales que denunciará al mundo que han destruido al personaje (o mejor dicho, a su concepción de él). Disney tendría que haber aprendido que el canon original de Star Wars (lo que han rebautizado como “Legends”), no va a poder usarse como el baúl de los recuerdos de Marvel, para rescatar elementos “poderosos” a su antojo y colocarlos aquí o allá. Eso puede funcionar con Vengadores, por ejemplo, metiendo un cameo del pato Howard o haciendo que dos superhéroes se enamoren aunque esa relación nunca haya tenido lugar en las viñetas. Porque en el cómic una nueva serie puede romper con todo lo establecido y reescribirlo todo. Por tanto no habrá tantos que puedan alarmarse porque Nebula sea la “nieta” de Thanos en lugar de su “hija” o que en la historia de este “Guantelete del Universo” no aparezcan Adam Warlock o Silver Surfer.

Pero al margen de cómo abordar las historias, los personajes y el contexto que los une, hay que atender a la películas como obras audiovisuales que son. Es bastante obvio que algo bueno tiene que haber detrás del éxito extremo de la franquicia Marvel. Con diecinueve películas estrenadas y diez series de televisión, por estadística tiene que haber alguna que tenga un resultado notable como obra del séptimo arte, al margen del espectáculo y los fuegos de artificio. Y así es, de hecho no son pocas las que han recibido algún que otro aplauso por parte de la crítica especializada. Pero si hay un común denominador en casi todas ellas, al margen de la buena impresión del público generalista, es lograr producciones con una ejecución impoluta y que suelen funcionar en el arte de entretener, desgarrando, por el camino, ciertas emociones y afinidad.

Como decía, el otro día ví Avengers: Infinity War, y me descubrí a mí mismo emocionándome con uno de los clímax de la película en la que cierto superhéroe reaparece de forma épica, cambiando el curso de los acontecimientos. ¿Cómo se consiguen esos momentos? Tras siglo y medio de cine, las fórmulas parecen estar agotadas y hoy en día todo tiende a repetir los clichés que mejor han funcionado en el cine reciente, aunque no siempre se tiene la visión adecuada para ejecutar dichos clichés. En el lenguaje cinematográfico de hoy, creo que es el “timing” uno de los elementos que marca el compás de las emociones, ya sea en lo cómico como en lo emocional. El tiempo dedicado a desarrollar un personaje, un vínculo o una escena; los segundos necesarios en un diálogo para que funcione un chiste o la química entre dos personajes… Todo eso es vital, y hay un lenguaje y unas estructuras de guión bien definidos para transmitirlo de forma generalista. Con gancho y efecto.

Mi extracto sobre Han Solo: Una Historia de Star Wars, es que, a pesar de contar con una acción que entretiene en un contexto muy bien hilado, el “timing”, la estructura general de la película y la forma de enfocar las escenas más emblemáticas, fallan o no funcionan.

Más adelante abordaré con detalle todos aquellos elementos positivos, así como las deficiencias, desde un análisis de lo que es propiamente Star Wars y una mirada hacia adelante sobre a dónde puede ir el futuro de los spin-offs. Pero es en lo meramente cinematográfico donde se encuentran los puntos flacos y creo que es evidente que los problemas que ha habido con esta producción han calado en el producto final. Mi experiencia subjetiva es la indiferencia: en principio no hay nada que me moleste o que me saque radicalmente de la película, pero por el otro, me ha sido imposible crear un vínculo emocional equiparable al que una semana antes me había transmitido la última entrega de Vengadores (consciente de que la escala no es la misma).


Solo: A Star Wars Story” no es una mala película. De hecho, el resultado final no es el despropósito y el desastre que muchas fuentes llevan meses anunciando desde hace meses. Es un western en toda regla. De hecho si te olvidas del contexto de Star Wars, y te dejas inundar por los elementos de las películas del oeste, puedes sacar una experiencia muy disfrutable. Además, parece haberse pensando mucho en los fans, algo quizás, totalmente opuesto a lo que se hizo con Los Últimos Jedi. Pero, aunque suene a cliché: carece de alma. Carece por completo de épica y nunca tuvo aspiraciones de tenerla. Es otro producto más de esta nueva serie de películas de Star Wars, otro engranaje de la maquinaria de hacer dinero, que viene a contarnos lo que ya sabíamos sin arriesgar absolutamente en nada. Estás viendo a Han Solo, y se ha respetado su mitología heredada del Universo Expandido, pero la forma en la que se van sucediendo sus grandes hitos carecen de emoción y de cualquier trama que aluda a lo legendario, a lo heroico. Sin mencionar que todo lo que ocurre es prácticamente sabido de antemano, con lo cual, es extremadamente previsible y no aporta ninguna sorpresa. Sufre además, posiblemente, de la misma incapacidad que tuvo Rogue One para construir correctamente a los personajes (quizá por falta de tiempo para lograr una conexión de empatía); con la diferencia de que Rogue One es una historia sobre un suceso galáctico muy relevante, y Han Solo es una historia sobre un personaje (muy querido) y los sucesos relevantes que le definen, con lo que si falla esa conexión emocional, la película se acaba absorbiendo llanamente sin pena ni gloria.

No quisiera dejar de alertar que Disney (y, qué demonios, cualquier gran compañía de Hollywood) están destruyendo esa conexión emocional con la saga (cualquier saga explotable) hasta el punto de que muchos fans acudimos ya a las salas sin expectativas. Se hace con cualquier icono cinematográfico de los 80 (no quepa duda que tarde o temprano veremos un nuevo Marty McFly), se sobreexplota lo vigente (Harry Potter, Juego de Tronos, Marvel...) y no tardarán en volver a abrir el melón de Tolkien. La realidad es que la saturación de películas de Star Wars se hace más patente cuando cuentas una historia apática como esta. Nadie se esperaba que Han Solo aportara algo realmente interesante, y ahora se confirma que Han Solo no aporta absolutamente nada, salvo pequeños añadidos inconsistentes. Sé que puede parecer contradictorio que diga que no pueden salirse del esquema preestablecido para el personaje y venir ahora a quejarme con que no innovan. Creo sinceramente que pueden hacerse ambas cosas, puedes apoyarte en el grueso esencial de la historia de Han Solo, contando una aventura novedosa que profundice más en terrenos desconocidos y matices de un personaje que tiene muchos claroscuros (sobretodo el del Episodio IV). Sobretodo aburre la forma de contarlo. Apatía es la palabra que se me ocurre a meter con calzador al final la segunda partida de sabacc en la que Han gana el Halcón. Muéstrame el sabacc, haz una partida que tenga algo de grandeza, esmérate un poquito más en el guión (lo siento, Kasdan no puedo aprobarlo). Apostar sobre seguro es la peor apuesta que están realizando los ejecutivos de Disney, y las cifras lo demostrarán.

Luego están los clichés y las ideas preconcebidas de muchos “fans”, que ya habían decidido hace meses que esta película no vale nada. Por un lado, me sorprendo viendo a muchísima gente equiparando la recaudación de la película con su calidad, haciendo bandera de una manifiesta ignorancia y tozudez. En su primer fin de semana, “Solo” ha sido la película de Star Wars que menos dinero ha recaudado. Parece obvio. Disney se obcecó en estrenar el 25 de mayo y, al igual que en una competición deportiva, cuando el equipo grande se hace previsible, el resto de equipos mueve ficha para derribarlo con estrategia pura y dura. Muy poco tiempo desde el Episodio VIII, muy poco tiempo desde “Infinity War”, una semana antes te cuelan el estreno de la esperada “Deadpool 2”, y dos semanas después muchos esperarán a “Jurassic World 2”. Y en verano, mucha gente se subirá al carro de “Los Increíbles 2”. Pésima estrategia de marketing y unos comités ejecutivos que han dado por supuesto que Star Wars funciona bien siempre. Esto puede afectar, sin duda al futuro de los spin-offs, como hablaré al final de esta entrada.

De acuerdo, Han Solo tiene pinta de estrellarse en taquilla por múltiples factores. Muy bien, ¿y qué? ¿En qué afecta ese dato a tu impresión de la película? ¿Eso te impide valorarla objetivamente? ¿Eres fan de Star Wars o del mainstream? Creo que para espetar chorradas e impresiones vagas sobre Star Wars, hay que tener un mínimo conocimiento sobre Star Wars, pero también sobre cine (y ojo que los pelotazos supertaquilleros de las últimas dos décadas no valen para eso). Parece que vengo aquí a despotricar de esos post-millenials que detestan la trilogía original porque “se ve demasiado vieja”, pero lo único que animo es a asentar criterio en las cabezas. Hay demasiado pseudo-fan criado con las precuelas, que no es capaz de ver más allá de una espada láser.

Por el otro lado está el factor Alden Ehrenreich. Muchísima gente sigue ofuscada con la dualidad Han Solo/Harrison Ford y afirmaban, antes incluso de ver la película, que era imposible que la película funcionara porque “ese no es Han Solo”. Para la desgracia de estos, lo que titula esta película es precisamente lo que nos dan: a Han Solo. Bien es cierto que Ehrenreich no ha hecho una demostración interpretativa sobresaliente en esta película, pero nadie puede negar que todo lo visto en pantalla es por y para el personaje de Han Solo. De hecho está todo tan mascado y carente de elegancia, que se distinguen claramente los pilares fundamentales que definen al Han Solo de 1977, ese cínico fanfarrón de gatillo fácil y actitud despreocupada que trata de ocultar a una persona de buen corazón (ese otro Han Solo que veremos en El Retorno del Jedi y mágicamente veremos que ha vuelto a desaparecer el El Despertar de la Fuerza: “soy un canalla porque el mundo me ha hecho así”, “no confío en nadie salvo en este felpudo con patas que tiene una deuda de vida conmigo”, “con esta actitud, nadie me la juega”, “disparo primero” y “reniego de ser un héroe, pero en el fondo lo anhelo”. Y toda esta personalidad la forja durante casi todos los hechos que se narran de él en la trilogía original: Han nace en Corellia, Han pudo haber estado unido al Imperio, Han conoce a Chewie, Chewie se une a él de por vida, Han y Chewie se meten al contrabando, Han conoce a Lando (un charlatán, un timador, un sinvergüenza), ergo Han conoce al Halcón Milenario, Han le gana el Halcón a Lando en una partida de sabacc, Han hace el corredor de Kessel en 12 parsecs... Al actor se le nota el esfuerzo, se le nota el énfasis por imitar los gestos de Ford y se le nota que con un guión más redondo podría haber llegado a brillar. Creo que nadie puede (o debe) ensañarse con él por este resultado final tan descafeinado aunque, insisto: correcto.

En resumen: el querer abarcar todo lo que sabemos del personaje, no sólo en una película, sino en tan sólo unos días de su vida, desvirtúa ligeramente a la leyenda. Resulta poco verosímil y convierte al carismático contrabandista en un joven con una personalidad muy limitada. Aunque bueno, esto es lo de siempre: el cine no puede tener la profundidad de la palabra escrita porque no hay tiempo y “bla-bla-bla”. Pero con todo, creo que se podría haber construido el personaje con más desenvoltura y sin forzarlo todo. Vuelvo a lo mismo, el problema está en el “timing”, en la falta de dinamismo para abordar ciertos clichés a costa de acortar el desarrollo de los personajes principales.


Compartida la impresión general, paso a desgranar cada una de las particularidades que nos muestra la cinta. A continuación, mi análisis milimétrico de la película y todo lo que abarca:

viernes, 11 de mayo de 2018

[Reescribiendo El Despertar de la Fuerza]: Prólogo - Discípulo Oscuro


Sigo, a velocidad de tortuga, escribiendo. Llevo muchos meses amasando al personaje para el que más carga y trasfondo he destinado. Esto iba a ser una parte del tercer capítulo, un recuerdo.

El recuerdo se ha convertido en un relato corto de 70 páginas y tres partes de la caída al lado oscuro de este personaje. La acción sucede 8 años antes de la historia principal, por lo que pensé en incluirlo como prólogo. Pero como prólogo, es demasiado largo, no funcionaría si esto al final acaba convirtiéndose en una novela. El tamaño se me va a ir de las manos.

Mi solución final ha sido convertir en prólogo sólo la primera parte de este relato corto, la que me ha parecido más interesante y no depende de las otras dos.

Como veréis, no he nombrado al personaje, aunque es obvio a quién nos referimos. De hecho no nombro a ni un sólo personaje en este prólogo, aunque aparecen tres de la tercera trilogía cinematográfica.

Recuerdo una vez más, que esta es una libre interpretación de la trilogía (VII, VIII, IX) de Star Wars, en la que reutilizo los personajes y el punto de partida de El Despertar de la Fuerza, y se irá convirtiendo en una aventura diferente (con el tiempo).

Sin más, os adjunto el enlace al PDF con el prólogo completo, seguido de los capítulos 1 y 2, y a continuación las primeras líneas del prólogo.

    Descarga Prólogo   Descarga PDF         Descarga Capítulo 1   Descarga PDF         Descarga Capítulo 2   Descarga PDF



sábado, 30 de diciembre de 2017

[HATE] Episodio VIII: Los Últimos Fans


Allá vamos otra vez. Otra más. Van nueve. Quedan… Muchas... Quizás demasiadas. En varios momentos me he sentido como el único fan al que un largometraje de Star Wars al año le parecía peligrosamente excesivo. En estos momentos creo que puedo decir que el peligro es real. El refrán tiene más validez que nunca: lo poco gusta y lo mucho cansa. Aunque imagino que el cansancio generalizado no llegará hasta 2021. Por otro lado, la declaración de intenciones de Disney es clara: "dejad paso a las nuevas generaciones". Lo que no dicen es "metérsela doblada, que estos se lo tragan todo".

Había cambiado. Lo juro. Me prometí no crearme falsas expectativas. Cambié radicalmente mi tónica de preparación para el evento anual. Este año he pasado por alto toda clase de noticias, rumores, diseños de producción y spots. A pesar de ir con un 0% de hype en busca de la sorpresa y la emoción, Los Últimos Jedi me ha dejado completamente frío. Ha sido tan inesperado como desalentador. Ni amor, ni odio. Un visionado carente por completo de emociones.



Donde la primera media hora de El Despertar de la Fuerza y la última de Rogue One me hicieron vibrar, Los Últimos Jedi no ha conseguido transmitirme nada más allá de la incredulidad con los próximamente muy recurrentes “giros inesperados”. Sin embargo, voy a decir algo poco habitual en una crítica de baja estofa como la mía: la culpa es mía y sólo mía. Creía que no, pero mi situación personal y mi bajo estado anímico han influido negativamente en el disfrute de esta cosa que siempre me ha alegrado la vida, que es Star Wars. Es desolador, pero ahora me doy cuenta de que llevo meses sin disfrutar de una película, serie o libro. No tengo ningún problema en decir que Star Wars es una parte importante de mi vida. Ha rellenado huecos importantes con ilusión, sonrisas e inspiración, como mi principal evasión de la realidad. Por eso me está siendo tan duro asumir que una nueva entrega de la saga me haya resultado indiferente, y espero que la segunda sesión cambie mi parecer. Pero insisto, estoy claramente condicionado por mis circunstancias, por lo que no me atrevo a hablar de una mala película ni a desmerecer el trabajo de Rian Johnson.


AVISO DE SPOILERS: No leer hasta haber visto la película


Llegados aquí, no me queda otra que reconocerlo: a día de hoy, la película no me ha gustado, o no me ha gustado lo suficiente. Un 6 en Filmaffinity la coloca a la altura de La Venganza de los Sith y Rogue One, en mi ranking personal de la saga, sólo por encima de El Ataque de los Clones. Y lo digo con todas las consecuencias porque parece ser que, hoy en día, decir esto te acarrea una serie de etiquetas negativas. “Eres un hater, un criticón sin argumentos, un listillo, un prisas…” He leído frases del tipo: “Si no te ha gustado, es que estás equivocado, porque tus argumentos en contra hacen agua enseguida”. “Os ansiais en criticar, pero el tiempo pondrá esta película en su lugar”. “No habéis entendido la película, criticáis sin saber”. Mi pregunta es, ¿desde cuando tiene que venir nadie a decirte que tu opinión personal es errática? ¿Por qué reclaman argumentar las críticas los mismos que no son capaces de argumentar sus valoraciones positivas? Siento joderle a alguien su percepción de la realidad, pero Star Wars no les pertenece. Star Wars ni siquiera pertenece a Disney. Star Wars dejó, incluso, de ser de George Lucas desde el momento en que autorizó a otros autores a escribir sobre ello, y me atrevería a decir desde el mismo momento en que cualquier persona se pusiera a imaginar qué ocurría más allá del planeta Tatooine. Star Wars es de todos y cada uno de los que hemos soñado con sus personajes y mundos, y hemos ido más allá de lo que hemos podido ver, leer y jugar. Por tanto es legítima cada opinión. Y eso es lo más maravilloso de la subjetividad humana, y lo que precisamente hace a Star Wars algo tan grande. Yo no voy a criticar lo que no me ha gustado porque no sea “la película que yo me he montado en la cabeza”, como dice determinado sector, critico lo que, a un juicio más objetivo, discrepa de lo que nos han estado vendiendo (las incoherencias dentro de su propio producto) y critico incongruencias argumentales tan evidentes que alguien como yo, un completo ignorante del guión cinematográfico, puede detectar. Hablo de determinados aspectos fallidos en cuanto a la coherencia y la cohesión de este universo, algunos heredados del Episodio VII y otros nuevos en cuanto a los escenarios elegidos para desarrollar la trama. En definitiva, trato de opinar con toda la objetividad posible.

Quiero y deseo disfrutar del Episodio VIII la próxima vez que la vea. Confío en ello, porque a día de hoy me desdigo de muchas cosas que he comentado sobre las anteriores películas, y descubro mi propia flexibilidad crítica. Hoy, por ejemplo, la banda sonora de Rogue One no me resulta ni mucho menos pésima, como me pareció inicialmente (aunque la fanfarria principal me sigue rechinando como las persianas de mi vecino). Incluso he llegado a perdonar que Han Solo salga del hiperespacio a pulso para evadir un escudo planetario (eso sí que era, lo reconozco, quisquilloso de cojones). Por eso, igual que acepto que alguien diga, en su opinión personal, que Los Últimos Jedi está por encima de El Imperio Contraataca, pido un poco de entendimiento a los que defienden la película. Si queréis leer estas palabras, os invito a la auto-crítica (“analizad vuestros sentimientos, sabéis que es verdad”).

Así que, aunque pueda excederme en algunas palabras que más adelante pueda rehusar, y bajo el compromiso de no analizar a los porgs y a las monjas jedi, procedo con mi análisis de la criatura fílmica.


Lo positivo / el positiu:

  • Batallas espaciales y un CGI de gran calidad
Quizás el único personaje que no requería más profundidad que la de mostrar sus dotes tras su carta de presentación era Poe Dameron. El bravucón y osado piloto se luce en los primeros compases de la película y protagoniza algunas escenas espaciales maravillosas. El buen look de todos los efectos especiales será un común denominador en toda la película, desde la evacuación de la base de la Resistencia, pasando por la estampida en Canto Bight y la pseudo-batalla de Crait. Pero al fin y al cabo, un buen CGI es lo mínimo que se le puede pedir a una producción como Star Wars, aunque algún porg alce el vuelo con efectos de transición de diapositivas de Powerpoint (ojo cuidado, que no diré nada más de los porgs).


  • Luke Skywalker, maestro jedi
Aquí tengo que ser sincero. Luke era el principal atractivo de la película. Debería serlo para cualquier fan conocedor del Universo Expandido. Mucho se ha especulado sobre por dónde irían los tiros con este Luke. Se había dejado intuir una especie de jedi gris, un estudioso de la Fuerza desligado de cualquier doctrina. Oye, pues aplaudo el resultado, eso sí, en la misma medida en que lamento el poco tiempo que hemos disfrutado de él. Sus escenas son las más interesantes y mejor escritas de la película, junto a las conexiones de Rey y Kylo. Aunque, como nos dejaron ver los tráilers, no sorprende que nos fuéramos a encontrar con un Luke rendido o trastornado, me ha llamado mucho la atención el oírle hablar con desprecio de la Orden Jedi. Su evolución a lo largo de la trama es consecuente, y me un gran final para la leyenda. A pesar de todo, su paso por la trilogía es tremendamente agridulde, ya que al final su trascendencia es prácticamente nula. Es triste que pase su final y su redención exiliado en una isla. Te quedas con la espina de no poder verle en su apogeo, de ver al gran maestro jedi que se hizo a sí mismo, en todo su esplendor. Pero aquí radica el momento más emocional de la película. Aceptar que todo lo que le quedaba por hacer era ceder el legado y hacerse uno con la Fuerza en un atardecer.

Los grandes momentos de la película son, a mi parecer, sus reencuentros con Chewbacca, R2, el Halcón y Leia.

  • Super-Leia
Nunca sabremos qué era lo que el Episodio IX le deparaba a Carrie Fisher. Trata de adivinar cuál iba a ser su papel, por desgracia, carece de sentido. Iba a ser su película. Los Últimos Jedi era la película de Mark Hamill. Y a pesar de ello, he visto brillar a nuestra princesa.

Aunque no lo creais, no, no tengo ningún problema con la escena controvertida en la que Leia se desplaza por el espacio a lo Supergirl. Y es que tenía muchas ganas de verla usar la Fuerza. Su peso en esta película es bastante grande, y ese reencuentro con Luke…

En fin, un sentimiento puramente agridulce, porque todo lo que se potencia de Leia aquí no verá una evolución en el cierre de la trilogía. Hasta siempre, princesa.


  • Introducción del personaje de Rose para dar sentido al de Finn
Aunque puede ser interpretado como crítica, ya que la ausencia de carisma de Finn les había dejado en punto muerto sobre cómo reconducir al personaje en el VIII, me ha parecido inteligente convertirle en el complemento del verdadero personaje interesante aquí, que es Rose. Obviamente Finn, un personaje bastante vacío como para actuar por sí mismo, se quedaba sin función, al no poder volver a interactuar con Rey inmediatamente ni disponer de Han Solo para apoyarse en él. Al margen de la trama sin sentido en la que se ven metidos, Rose consigue que todo funcione mejor en el casino y posteriormente. Sin ella, habría sido difícilmente digerible. Un acierto para mí, tanto la actriz, como su personaje, en representación del idealismo de la Resistencia.


  • Canto Bight y el concepto de una élite ajena a los conflictos bélicos
Uno de los conceptos nuevos que nos abre la película es el de la reunión en el casino de Canto Bight de una élite galáctica formada por ricos y magnates de la industria armamentística, a los que la destrucción del sistema Hosnian y el alzamiento de la Primera Orden les es completamente ajeno (en todo caso, lucrativo). Considero positivo un acercamiento a una galaxia que no tiene sólo tiene un enfrentamiento entre dos bandos. Al igual que resulta interesante el quebrar esa ingenuidad de los jóvenes protagonistas al descubrir un mundo más allá de su lucha, en el que el bien y el mal adquieren caras diferentes. La atmósfera heterogénea del casino en cuanto a seres y especies también es destacable, aunque sigo opinando que Disney aquí se quiere desmarcar mucho de Lucas en cuanto a que en las películas Disney no vemos a las típicas especies del Star Wars de Lucas ni a las asociaciones entre estas. Aquí todo es nuevo. Nuevas especies por todas partes. Por un lado cumple su objetivo de dejar en el olvido a las precuelas (un producto con el que cargan a desgana en la compañía), y por otro, se ve satisfecha la obsesión por mostrar diversidad racial (y entre especies), que roza lo enfermizo en la casa de Bob Iger. Quiero decir, ¿qué hay de malo en mostrar un grupo de duros o de ithorianos? Porque meterán millones de seres nuevos en estas escenas con la excusa de que la galaxia es muy grande, pero luego la historia la limitamos a tres ubicaciones muy pequeñas. En fin, al menos mereció la pena por el pequeño ludópata borracho que confunde e BB-8 con una tragaperras.





Lo negativo / el negatiu:


  • Los antecedentes requieren necesariamente un salto temporal
Una de las primeras cosas que se confirmó sobre el Episodio VIII, antes incluso del título, es que la segunda parte de la trilogía empezaría exactamente donde nos quedamos en el VII. Esto suponía una ruptura en la estructura temporal de la saga, en la que siempre se sucedía un lapso de meses o años entre cada episodio, permitiendo que las tramas maduraran por sí solas y dejando para las película el conjunto más reseñable de acontecimientos. Saltarse este patrón, seña de identidad de la casa, precisamente en la trama que más lo necesita, hacía augurar numerosas inconsistencias. La primera, la más grande e imperdonable, es que Rey ha carecido por completo de entrenamiento jedi. Acepto que mostrar un entrenamiento al uso (como el que se pudo ver en El Imperio Contraataca o las precuelas), sería repetitivo, por eso era tan importante dejar pasar qué menos que un año. Algo, cualquier cosa, en lo que se pueda apoyar el hecho de que Rey sea el legado de los jedi sin ser un jedi en ningún momento. La única lección que se puede ver en pantalla es la de percibir la Fuerza y el orden que ejerce sobre la vida. Aunque se obviaran clases de esgrima, de levitación, de meditación, toda la trama principal es la persecución de la flota de la Primera Orden sobre los restos de la Resistencia. ¿Qué son? ¿Unos días? ¿Una semana? Esto no trata de cómo la gente se imaginaba que sería la historia, hablamos de uno de los principios fundamentales de este universo y perfectamente canónico, que es el hecho de que un entrenamiento jedi básico requiere mucho tiempo. Y el entrenamiento completo, años. Sí, Luke también contó con un entrenamiento directo muy reducido, pero tuvo años de estudio, aprendizaje y contemplación. No creo ser puntilloso con este aspecto, es demasiado evidente como para obviarlo. El que no quiere verlo es porque se ciega deliberadamente.

También habría sido interesante darle un tiempo al resto de personajes. Un Poe Dameron agotado por la pérdida de compañeros y de la constante huida, mientras la Resistencia no encuentra apoyos contundentes con los que hacer frente a la Primera Orden. Un Finn que se recupera de sus heridas, mientras un sector de los rebeldes le desprecia por haber sido soldado de asalto (en fin, algún conflicto real para el personaje).

En resumen, la decisión de seguir la línea temporal de forma inmediata limita muchísimo las posibilidades de la película. Con eso ya contaba desde hace tiempo. Sin embargo, tenía la esperanza de que pudieran enfocarlo con creatividad o con un guión trabajado. Todo ha sido llevado por la vía fácil, volviendo a los fantasmas del Episodio VII: falta de coherencia y de contexto (como sigo a continuación).



  • Escalas reducidas, tramas pobres y descontextualización como bandera
Igual que hizo Abrams en El Despertar de la Fuerza, el Episodio VIII se cierra en banda a la galaxia, y reducen la escala de un conflicto de grandes proporciones a una persecución de cuatro naves. Empezar con los cuatros gatos de la Resistencia te condiciona a ello. Lo asumo. De hecho, se transmite un sentimiento de desesperación bastante logrado. Pero… ¿Eso es todo con lo que cuenta la Primera Orden? ¿Cómo es que no tienen suficientes cazas y bombarderos como para atacar a las naves de la Resistencia que huyen? ¿Se asume que el resto de su flota está tomando el control de los sistemas centrales? ¿En serio que la prioridad de Snoke era perseguir personalmente a los pocos supervivientes de la Resistencia para darles el golpe de gracia? ¿No sería más lógico que acudiera a tomar el control de la galaxia, por ejemplo conquistando Coruscant, Corellia, Chandrila o Kuat? Como nada de esto es así, podrían ahorrarse las grandilocuentes palabras de los créditos iniciales, porque la película las ridiculiza. Las dimensiones del conflicto son irrisorias.

Luego están los problemas de comunicación que tienen en la Resistencia. A pesar de tener unos bombarderos que son capaces de dejar caer sus cargas explosivas sin gravedad, deben de disponer de naves muy anticuadas para necesitar de una base planetaria para mandar un mensaje de SOS. Cualquier crucero de las guerras clon podía comunicarse con el otro rincón de la galaxia en cuestión de segundos, pero la única salvación de la Resistencia es establecerse en una base con comunicaciones para pedir ayuda a sus “aliados del borde exterior”. Asumamos que sus antenas han sido dañadas. ¿Qué tal si en lugar de mandar a Finn y a Rose a una misión chorra en un casino, les mandas a buscar ayuda? Incluso podrías enviar a varias naves pequeñas, para confundir al enemigo y tener más posibilidades de éxito.

Vamos a ver, entiendo la intencionalidad de la trama. Muy bien, deben llegar a la conclusión de que, por el momento, están solos, y que la esperanza debe de ser sembrada de nuevo. Vale. Llevamos dos películas sin saber cuál es el clima real de la galaxia. Se han obcecado en decir que la Starkiller destruyó la República. No. Destruyó la capital de la República. ¿Qué pasa con los planetas del borde medio? ¿Qué pasa con los Restos imperiales del núcleo? ¿Los grandes aliados de la Rebelión han desaparecido? ¿Mon Calamari, Sullust, Kashyyyk, Chandrila..?

En serio, hace falta muy poquito para dar contexto. Una maldita frase puede valer su precio en oro. Sin el contexto, se pierde la dimensión y la epicidad. Y sin coherencia, acabas recurriendo a tantos “deus ex machina” que roza el insulto al espectador y al propio universo en el que se desarrolla.



  • El recurso del niño esclavo de Canto Bright
Siguiendo este hilo. Si lo que quieres es transmitir la idea de que la esperanza vuelve a surgir en la galaxia, el recurso de los niños esclavos hablando de las proezas del maestro Luke Skywalker queda resultón, pero nuevamente nos quedamos cortos en escala. Lo que la Resistencia necesita son aliados y recursos inmediatos, para dar pie a cualquier tipo de trama para el Episodio IX (en la cual, sinceramente, no sé muy bien qué es lo que van a contar, visto lo visto). Creo que ya nos ha quedado claro que esta trilogía va del cambio generacional, de que toca dejar el legado, de que nuestros héroes clásicos ya terminaron su camino tiempo atrás (“mata al niño, mata al padre…”) y que no van a aportar gran cosa en esta nueva historia de Rey, Finn y Poe.

La escena de los niños no era necesaria en esta película. El niño barrendero sensible a la Fuerza mirando al horizonte con el tema de Binary Sunset, en este momento de la trilogía, supone utilizar un refrito de recursos para meter un “guiño” con calzador. Me gustaría advertir del abuso del uso de este tema musical, ya lo he dicho antes. Lo poco gusta, lo mucho cansa, y el Binary Sunset (el tema de la Fuerza) empieza a sonar estridente si lo usan en los climax de cada película, tráiler, videojuego, audiolibro, juguete con sonido, etc, etc, etc...

Volviendo a la necesidad de la trama, ¿qué nos importa vislumbrar a un futuro jedi dentro de X años? Que a ver, el recurso (la “idea”), no es mala en sí misma. Ese niño habría quedado estupendo para cerrar la trilogía, guardándote incluso ese Binary Sunset en un momento verdaderamente trascendental. Ponemos fin a la historia de Rey y Kylo, pero el germen de los nuevos jedi vuelve a brotar... Pero esa intencionalidad en este segundo episodio de la trilogía resulta fallida, o mejor dicho, innecesaria. De hecho, alimenta aún más lo huérfano que ha quedado el Episodio IX, sin ningún tipo de “cliffhander” que motive a volver al cine en 2019 para ver el final de la trilogía. Me queda la sensación de que, con estas dos película, se podría cerrar esta etapa sin mayor problema. Otro elemento fundamental que alimenta esta sensación es el siguiente.



  • La insustancial vileza de Kylo Ren
Pongamos de ejemplo el universo Marvel, donde han brillado casi en igualdad de condiciones un amplio abanico de personajes. Ahora pensemos en los villanos. ¿Existe alguno realmente carismático, interesante u “odiable”? Quizás Loki sea razonablemente interesante, incluso el Kingpin de Netflix. Pero tras casi dos decenas de películas, ni el presumiblemente todopoderoso Thanos atisba una epicidad real que aportar a la figura del villano. Y es que llevamos unos años de sequía, en cuanto a lo que a villanos cinematográficos palomiteros se refiere. Me atrevería a decir que con la excepción de Koba (Nueva trilogía de El Planeta de los Simios), no hay muchos villanos trabajados. Puede que el universo Marvel no los necesite, pero Star Wars requiere villanos de altura.

Después de Vader, ni Lucas fue capaz de desmontar al maquiavélico Sidious, aunque estuvo cerca de borrar todo rastro de virtuosismo de su gran conspiración. Por tanto, había la necesidad de moldear algo que fuera lo suficientemente potente para esta nueva trilogía. El Despertar de la Fuerza nos vendió algo bajo un halo de misterio. El misterio está muy bien, pero sólo funciona cuando vas a ofrecer algo que esté a la altura de la expectativas que creas. Hablaré más adelante del desengaño bautizado como Snoke, pero ahora hablemos de lo importante que es criar bien a un hijo y enseñarle valores. Han y Leia han demostrado ser los prototípicos padres nefastos del siglo XXI. La clase de padres que regalan el iPhone más caro a su hijo de diez años y les brindan el poder de adelantarles por la derecha antes siquiera de aprender a llegar al final del día sin cagarse encima. Como dije antes, Abrams acertó vendiendonos un Ben Solo lleno de conflictos en su interior. Un personaje con el tormento de tener una ambigua necesidad de vincularse al lado oscuro junto a la constante seducción por la luz. En su día defendí el tema de sentirse atraído por la luz, como uno de los puntos más interesantes y prometedores del Episodio VII, ya que Kylo Ren sería impredecible en el VIII y podría ocultar un pasado mucho más complejo de lo que había en la superficie. Ahora resulta que no, que donde parecía no haber, no había nada. Ben Solo fue únicamente un niñato caprichoso con el peligroso añadido de ser muy poderoso en la Fuerza. Un pazguato imberbe que se cree el puto amo y que todos le tienen envidia. Un Froilán hecho sith con la única aspiración de alcanzar el reinado total, siendo muy muy malvado y pillándose unos berrinches del copón cada vez que algo le sale rana. Un puto niñato. Para colmo, unos padres echando balones fuera sobre su responsabilidad en el asunto: “es que el muchacho tiene mucho de Vader en su interior”. Tócate los cojones, le echamos la culpa al yayo que no ha conocido y luego, a la mínima que se pone tonto, lo internamos en la Escuela Luke Skywalker para jóvenes talentos. El padre de bares, y la madre superocupada siendo la nueva madre de la democracia constitucional. Si es que, a ver, el muchacho estaba desatendido y se echó a perder…

Ese es el villano que nos queda para el Episodio IX después de una hora de película en la que aspiraba a ser algo más. Exactamente lo mismo que ocurre con Rey, que resulta ser tan jodidamente pura e ingenua, que el el lado oscuro se la trae al pairo. No hay conflicto. Sólo dos polos opuestos en dos bandos que avivan el populismo barato con su bandera. Sólo blanco o negro, sin escalas de grises.

Pero a lo mejor es que no he entendido nada y Disney pretende darnos la puta lección de humildad de nuestras vidas, mostrándonos una visión política del comienzo de siglo junto a una crítica a la generación millenial utilizando Star Wars de trasfondo. O quizás, no...



  • Las prescindibles aventuras interraciales de "black guy" and "asiatic warrior girl"
Lo reconozco. Era muy difícil calzar a Finn en esta película. De hecho, pensaba que la solución por la que iban a optar era por dejarle en coma durante la mitad de la película, para que, cuando despertara, su ingenuo optimismo ayudara a levantar el ánimo de los desesperados rebeldes (AKA “resistentes”). Pero Disney no puede desaprovechar la oportunidad de mostrar en pantalla a una minoría étnica el porcentaje de metraje socialmente aceptado, una vez que un grupo de treinta asesores lo haya aprobado. Así que le vemos despertar chorreando bacta (supuestamente), y sin ningún tipo de herida o secuela. En su obsesión por Rey, le vemos enmascarar su preocupación bajo la realidad de su propio personaje: es un cobarde y quiere huir. Y aunque Rose le pilla y bien le acusa de ello, abriendo una posibilidad de trama interesante, pero se pasa por alto para volver a mostrar el personaje más necesario e incuestionable de la saga: Maz Kanata.

Resulta que no pueden lanzar un mensaje de SOS, pero sí que pueden contactar en directo con Maz Kanata, que está inmersa en un acrobático combate (unos dones que habrían sido extremadamente útiles en el Episodio VII cuando le tumban su castillo, pero optó por desaparecer sin más). Aquí podrían haber aprovechado para meter contexto, como que a su gremio de contrabandistas también les esté atacando la Primera Orden en su nuevo asentamiento (lo que daría una amplitud a las dimensiones del ejército de Snoke). Pero no, ¿para qué? Maz Kanata vuelve para decir que está en un “conflicto sindical” y que busquen a un descifrador de códigos que ella conoce en otro planeta para desactivar el rastreador hiperespacial de la nave insignia de Snoke.

Analicemos el plan: descubren que la Primera Orden puede rastrear los saltos hiperespaciales de la reducida flota de la Resistencia y perseguirlos constantemente, y el superplan es mandar a un soldado desertor y a una mecánica a buscar a un descifrador de códigos de seguridad (el personaje más prescindible de la saga) que acepte arriesgar su vida para colarles en un superdestructor de tecnología ajena al dominio público, no para sabotear la nave desde dentro, si no para desactivar su rastreador hiperespacial y volver a escaparse delante de sus narices, volver al crucero de la Resistencia y escapar.

Bravo.




  • Demasiado poco Luke para tanto Yoda
Casi me cago encima de miedo cuando comprendí que lo iban a hacer. Ahí venía. Esas son sus orejas. Habla del revés. Se confirmaba: nos habían colao al fantasma de Yoda.

Al final, evitarte spoilers tiene sus pros. Habían conseguido sorprenderme. No me lo esperaba. Pero la sorpresa dio paso al miedo. Algo había de raro en él. ¿A quién se parecía? ¿A la marioneta original? ¿A la marioneta del Episodio I? ¿Al pepinillo con orejas del II? ¿O al digital cercano a lo convincente del III? Pues casi diría que a todos y a ninguno, con el añadido de un aura fantasmal que desentona. Si bien, no considero que Yoda funcione mal en la película, aunque Luke vuelva a quedar como un pelele, visualmente me resultó… Extraño. A ratos parecía moverse como el Yoda original, como que el rostro quedaba un poco raro. Sin duda es de las escenas que más ganas tengo de volver a ver, para decantarme por el pulgar arriba.

Otra historia es empezar a asimilar que ahora los fantasmas jedi puedan interactuar con el mundo real convocando relámpagos, como si vinieran de Asgard...



  • El mazazo Snoke
La turra que ha dado el fandom con la identidad de Snoke. Que si era el Emperador, que si era un clon del Emperador, que si era Darth Plagueis, que si era Mace Windu en el lado oscuro, que si era un primo de Jar Jar Binks desfigurado tras un accidente de moto… Teoría arriba, teoría abajo, todo el mundo estaba atento a conocer el rol y el origen de este nuevo personaje que nos desveló El Despertar de la Fuerza. A continuación, se va a aclarar lo sucedido con este personaje mediante un mensaje de un conocido personaje Disney que habla en nombre de la compañía:
“Hola, soy el Olaf, el muñeco de nieve. ¿Os gustó Snoke? ¿Esperábais una revelación trascendental sobre este personaje? Pues no pierdas más tiempo porque es un puto looser y te lo vamos a partir en dos en tu puta cara, sin haber dicho absolutamente nada sobre él y sin aportar nada a la trama. ¡Zasca! A tomar por culo el misterioso villano surgido en las Regiones Desconocidas. ¿Sith? ¿Sectario del lado oscuro? ¿Aspirante a Emperador? Nos sudan los genitales, nosotros ya hemos cobrado. ¡Anda a mamarla! 
PD: No olvidéis comprar próximamente vuestro Bluray 3D 4KHD de Los Últimos Jedi, doble disco de lujo edición caja metálica versión fea con veinte minutos de escenas eliminadas sin CGI, de diálogos vacíos y caras de intensidad que no llevan a ninguna parte por sólo 44’95€. La edición ultra especial de 59’95€ incluye tres cortometrajes de las aventuras de Chewbacca y los porgs en el planeta Batuu y 55 minutos adicionales de una entrevista a Gwendoline Christie, hablando de la profundidad del personaje de Phasma y de cómo proyecta la imagen de una mujer fuerte e independiente.”
Gracias a Olaf por su intervención. Bien, no sé si añadir algo. El lema es: “mata a lo viejo, y conviértete en lo nuevo”, o algo así, ¿no? Vale, nos ha quedado claro. Que nos vendéis humo como a putos subnormales, también lo habéis dejado cristalino.



  • La ingenua y poco sorprendente Rey
Rey… Qué maja. La entrañable Rey. La ingenua Rey. La obcecada Rey. La autodidacta en el camino de la Fuerza Rey. La esperanzada Rey. La comprometida con la causa Rey. La defensora ultra de los jedi, una secta que hasta hace dos semanas pensaba que eran de coña, Rey. La incorruptible Rey. La sonrojada ante la visión del pecho-palomo del niñato Rey. La aburrida… Rey.

La protagonista de la nueva trilogía poco tiene ya que ofrecer en el Episodio IX. Aquí ya hemos abierto y desgranado su psique. Le atormentaba el abandono de sus padres y el no saber quiénes eran. Se enfrenta a ello en el “Pozo de Oscuridad” y no le afecta. Kylo le dice abiertamente que sus padres no eran nadie (espero que no haya mentido, porque cualquier revelación a estas alturas quedará ligeramente ridícula), y tampoco parece importarle. Esta niña nos ha salido luminosa, luminosa, hoygan.



  • Maz Kanata (otra vez)
¿Os acordáis cuando Maz Kanata, ese personaje carente de humor, carisma, coherencia o simpatía, desaparece sin dejar rastro ni explicación en el Episodio VII? Bueno… No pasaba nada con que se quedara así la cosa… Hasta podemos olvidar el pensar por qué narices tenía un sable láser que cayó al vacío en un planeta gaseoso décadas atrás. Puesto a pensar... ¿Se ha visto la mano robótica de Luke en esta película?



  • John Williams en modo piloto automático
El porculo que dí al salir de Rogue One, clamando lo necesario que es John Williams para la saga de Star Wars, tras demostrar que estaba en forma con el Episodio VII.

Pero el que no es tan necesario es el John Williams de El Ataque de los Clones, el que compone un único tema nuevo carente de fluidez melódica y el resto lo rellena con remezclas y piezas íntegras de la trilogía clásica. Para este resultado, mejor que vuelvan a llamar a Giacchino. Vaya apatía de banda sonora...



  • La extinta orden de Ren 
¿Os acordáis de aquellos jovencitos confusos que acompañaban al niñato-bien de Kylo en la visión de la purga jedi de Rey? Sí, los que cita el irrelevante y desmembrado Snoke. Sí hombres, los que venden en falso en los trailers, con sus máscaras, armaduras y armas exóticas, como si fueran el puto azote de la Orden Jedi. Esos que el Universo Expandido canónico te venden como si fuera la Guardia Real de Poniente en Juego de Tronos. Los Caballeros de Ren, esos mismos.

Pues están comiendo pistachos en un bar del Borde Exterior. Ya si eso, leeis sus desventuras en algún libro chorra de 85 páginas a 30€ que saquen esta primavera.



Pues hasta aquí, fans.

Bueno, puede que al final sí que haya sido un poco hater. Solamente añadir que quien opine que "al mal tiempo, buena cara", revise lo que se gasta en merchandising de la franquicia. Correcto, por lo que se nos cobra, tenemos todo el derecho a opinar lo que nos salga del agujero negro, ya sea bueno o malo.

Son tiempos oscuros para los fans. No para los que se atiborran de merchandising de todo tipo y se dejan embaucar por el espectáculo, esos están bien para hacer cola para comprar iPhones. Los fans, los genuinos, los que quedamos, no tardaremos en estar cansados.


lunes, 9 de octubre de 2017

[Reescribiendo El Despertar de la Fuerza] 2: Recuerdos y Poe Dameron





2

El anciano le sirvió un amargo brebaje de raíces en un pequeño vaso artesanal de cerámica. Poe Dameron miró el tono violáceo de la humeante bebida y se vio obligado a darle un trago para no resultar descortés. Tal y como esperaba, el sabor a rayos de la infusión le hizo torcer el gesto pero según avanzaba hasta su estómago liberó una sensación refrescante y aromática en su garganta que le animó a terminarse el vaso.
—Temo decirle que son muy pocos los que recuerdan a la Orden Jedi y menos aún los que creen en la Fuerza —le dijo Poe al anciano, que estaba aparentemente concentrado en la preparación de algún otro refrigerio para su invitado—. De hecho, si no fuera por la general, yo tampoco lo haría. Si ella cree que él puede ayudarnos en la lucha, haré lo que esté en mi mano por encontrarle.
—Estoy seguro de que ella te ha elegido por algo más que por tus habilidades en combate. Y seguro que te habrá dado más detalles de la naturaleza de esta misión —dijo el hombre de espaldas desde el otro extremo de la habitación. Se volvió—. Por eso, si te vas a embarcar en esta empresa, necesito saber si alcanzas a comprender su magnitud y las implicaciones que conlleva. Dime, joven Dameron, ¿a qué te refieres con que crees en la Fuerza?
A Poe le sorprendió ser tratado con recelo por quien consideraba un viejo aliado. Tampoco le agradaba demasiado que le siguieran considerando como al joven impetuoso que había sido antes de la Resistencia. Si algo había aprendido desde entonces era a conocer la forma en la que solían actuar las personas religiosas y en cómo podían llegar a anteponer ciertas cosas ante todo lo demás.
—Creo en lo que veo. Y he visto lo que ella es capaz de hacer. Con eso me vale.
—Sin duda resulta más fácil creer en lo que perciben los ojos. En eso, has tenido mucha suerte. Suerte de poder estar tan próximo a alguien como ella —dijo el anciano con un tono condescendiente— Pero te aseguro que sólo has empezado a rascar la superficie de algo mucho más grande. Algo inmenso.
Poe empezó a dudar si no debería haberse mostrado más diplomático y no supo qué decir a aquellas palabras sin empeorar la situación. A pesar de ello, el hombre no pareció querer seguir por aquel camino.
—Entonces, ¿ella no habla sobre los jedi entre la gente de la Resistencia? —preguntó.
Lor San Tekka se volvió llevando en su mano un plato con lo que parecían unas pastas de cereales. Tanto su arrugada piel como sus humildes vestimentas estaban desgastadas por las tormentas de arena y el calor diurno de aquel desolado planeta. Las noches eran frías, sin duda.
Entre lo poco que la oscuridad le había dejado distinguir a Poe de la aldea de Tuanul al aterrizar en Jakku, pudo divisar un pozo de extracción de agua en torno al cual se agrupaban las pequeñas y modestas construcciones y algunos árboles frutales protegidos con mallas de plastiminium junto a evaporadores de humedad. Todo indicaba la existencia de cámaras de cultivo subterráneo, aunque también identificó un rebaño de fantabus en el extremo oriental. Estos últimos debían ser uno de los principales sustentos locales, a vista del abrigo de lana que llevaba encima San Tekka. El hombre llegó a la mesa y descargó el plato sobre ella, luego se sentó tratando de ocultar una mueca de dolor, como si hubiera algo más profundo que las molestias físicas de la vejez. Aunque conservaba la misma figura y el mismo cabello y barba completamente canos, su estado había empeorado visiblemente desde la última vez que le vio.
La pregunta del hombre quedó flotando en la mente de Poe y el tiempo pareció detenerse. Un conjunto de imágenes del pasado que se conectaban unas a otras como una red de recuerdos parecían abordarlo en lo que analizaba el aspecto de su anfitrión.


Habían pasado nueve años desde aquel encuentro en Hosnian Prime. Lor San Tekka había acudido como invitado de la general a las jornadas intergalácticas de la constitución oficial de la Nueva República. En aquellos días el hombre solía lucir una fina túnica hapesiana teñida de un estrafalario tinte que, a ojos de la mayoría de seres, alternaba mágicamente entre el blanco y el negro en función de cómo le incidía la luz. Haces y sombras, luz y oscuridad… «Puede que no dedicara mucho tiempo a elaborar metáforas», pensó Poe en aquella ocasión. Pero a pesar de la elaborada puesta en escena de la que fue provisto de mano de estilistas y consejeros, que algunos senadores interesados en su causa habían puesto a su disposición, el hombre no consiguió encandilar demasiado. Además, como pudo comprobar el círculo más cercano a la general, el hombre no se sentía nada cómodo bajo aquella refinada fachada. San Tekka se había pasado la mayor parte de su vida viajando por todos los rincones de la galaxia, explorando cada pista que pudiera ser de utilidad para su “iglesia”. No era ningún experto en política ni en diplomacia y, en contra de lo que se podría pensar, su talento como orador dejaba mucho que desear. Él era un viajero, un arqueólogo, por lo que los atuendos, el protocolo y los excesos de los niveles superiores del aquel planeta-ciudad del Núcleo Interior le hacían sentirse fuera de lugar. Por si fuera poco, en aquel momento, el gozar del favor de determinadas personalidades relevantes, como el de la general, no le fue de ayuda para recibir nuevos apoyos.
La celebración de aquellas jornadas, cuyo fin principal era la conciliación, comenzaron con la proclamación de Hosnian Prime como nueva capital de la República. Todo ello con previa aprobación por referéndum de los sistemas miembros para su traslado desde Chandrila, la capital republicana en funciones. Se había construido un nuevo edificio para albergar el Nuevo Senado, a imagen y semejanza del Senado Galáctico de Coruscant. Una enorme bóveda circular rodeada por los escaños móviles sobre repulsorpods de cada delegación, a partir de la cual se extendían los despachos, salas de reuniones y demás dependencias de la titánica edificación con forma de seta. Durante varias semanas, dada la magnitud del evento que aspiraba a ser el precedente de una nueva era, este nuevo senado acogió una serie de debates sobre el estado de diversos temas de vital importancia para la inminente transición de gobierno.
De entre los infinitos asuntos que se trataron durante esos días por parte de todas las delegaciones planetarias de los mundos que se habían adherido a la Nueva República, e incluso algunos del Remanente Imperial invitados en calidad de observadores, San Tekka tuvo la responsabilidad de abrir un tema que reabrió viejas heridas: los jedi. Como máximo representante de la llamada Iglesia de la Fuerza, había dedicado su vida a salvaguardar la memoria de los jedi, recopilando toda la información y reliquias posibles de la extinta orden. Aunque siguió sin éxito la pista de algunos supervivientes de la purga del Emperador, fue desde que se revelara públicamente la existencia del último caballero jedi, tras Endor, cuando San Tekka decidió aunar sus esfuerzos para que una nueva generación de jedi tuviera un vínculo activo con el nuevo sistema político. Su intervención en aquellas jornadas fue correspondida con indiferencia y en algunos casos con abierta disconformidad. La delegación de Bothawui lideró un grupo que se posicionó abiertamente en contra, formado en su mayoría por antiguos mundos separatistas. Sólo unos pocos planetas, fundamentalmente poblados por razas longevas, recibieron positivamente la propuesta de Lor San Tekka. Pero no los suficientes. La insistente propaganda del Emperador en su época de oscuridad había funcionado a la perfección y el recuerdo de la Orden Jedi resultaba amargo para gran parte de la galaxia.
Por aquel entonces Poe era uno de los reclutas más jóvenes de la Flota Aeroespacial de la República. La Resistencia aún no se había constituido como tal y la general seguía siendo miembro de excepción del Nuevo Senado. Los esfuerzos y los recursos dedicados a que la buena voluntad de esta Nueva República encauzase las idílicas pretensiones de la antigua, no parecían haber dado sus frutos. Seis años después de la batalla de Endor, la antigua líder de la Alianza Rebelde, Mon Mothma, participó activamente en la elaboración y negociaciones del Concordato Galáctico con los restos imperiales del núcleo, poniendo fin a la Guerra Civil Galáctica. Mothma se convirtió por unanimidad en la primera Canciller de la provisional Nueva República. Una República que comenzó a instituirse muy lentamente. La vorágine y el desconcierto que supuso la reconstrucción de la democracia entre los cientos de sistemas adheridos, junto a la unanimidad en cuanto a una postura antibelicista, fue tendiendo selectivamente a alejar del poder ejecutivo y administrativo a la cúpula de la Antigua Rebelión. El mandato de Mothma se iba agotando mientras que la Nueva República aún se enfrentaba a una lista infinita de tareas sin terminar y asuntos pendientes por tratar.
El verdadero problema llegó cuando los restos imperiales se dividieron. Nadie, al menos desde el sector republicano, sabe a ciencia cierta qué fue lo que agitó la colmena. Tras un aparente velo de estabilidad, los restos imperiales ocultaban un ambiente de elevada crispación entre los altos mandos militares. Resentidos por la rendición y el desmantelamiento del Imperio a manos de agentes burocráticos que empezaban a ver con buenos ojos la colaboración y el libre comercio con la Nueva República, un grupo de militares perpetró un golpe de estado fallido destinado a derrocar a los herederos administrativos de Palpatine en el Palacio Imperial. Se desató una guerra civil en Coruscant que acabó extendiéndose al resto de sistemas del Núcleo durante meses. En medio de la confusión, la Primera Orden se alzó de mano de un misterioso personaje conocido como Snoke. Los herederos de la Armada Imperial se unieron a este nuevo líder y se trasladaron al sector de las Regiones Desconocidas, desestimando postergar un conflicto armado contra los sistemas que seguían considerándose imperiales. Moffs, grandes almirantes y señores de la guerra. Hombres y mujeres que deberían haber sido juzgados y condenados por sus crímenes al finalizar la guerra, y sin embargo, se habían ocultado durante años detrás de sobornos, mentiras, falsas identidades y una proto-República demasiado indulgente; todos ellos pasaron a unirse a una nueva facción de dudosas intenciones y una avivada sed de venganza.